martes, 29 de septiembre de 2009

Los brazos de la Nostalgia

El autor y escritor de este texto me ha autorizado a compartir sus bellas letras junto a una ilustración inspirada en su relato, los brazos de la nostalgia, ¿quien no ha tenido nostalgia alguna vez, y dejándose algún suspiro recordó algún ayer?
Los brazos de la nostalgia

autor : Patricio Moraga V.

A esta hora, en que el mundo parece más revuelto y la vida se muestra como una herida abierta que no cesa de sangrar, me mecen los brazos de la nostalgia, esa nostalgia que me roza el rostro, me revuelve el cabello, me toma de la mano y me abraza con fuerza. Y dejo que siga sucediendo, pues estoy naufragando en los momentos más íntimos de mi existencia. Las calles de los recuerdos se vuelven cada vez más estrechas y donde si bien no veo mi rostro, se que estoy presente buscando refugio, uno cálido, uno seguro, uno que ponga fin a mis temblores.

Los brazos de la nostalgia me mecen hasta que adormezco. Y así quedo atrapado en un sueño profundo, gratificante y permisivo a la vez, donde soy víctima y protagonista de las evocaciones de mi infancia, de los juegos con mis hermanos, en una comunión sana, sin envidias ni rencores.

Vuelve el calor de mi madre, sus cuidados y desvelos cuando enfermaba, sus atenciones, como cuando preparaba platones de fruta para llevarlos a la cama.

Otra vez saboreo el manjar de la abuela. Exquisito, único e irrepetible, nunca hallado en supermercados, nunca más probado. Su fórmula secreta se fue con ella para siempre.

Aparece la figura de mi padre. Sus largas jornadas de trabajo, las idas al estadio a alentar a Rangers y los chutes a una vieja pelota en alguna cancha cualquiera y olvidada.

Evoco las noches de Navidad. Mantel blanco impecable, cena especial y el árbol de pascua afirmado en un tarro lleno de piedras, expeliendo su natural olor a pino y esperando nuestras ansiosas manos para abrir los regalos depositados a sus pies.

Soy víctima de mi mismo, de mi urgente necesidad de buscar protección ante la angustia de haber dejado mis años vividos y el terror de enfrentar lo incierto.

Deseo demorar el despertar. No deseo dejar atrás el pasado. Quiero aferrarme a él, burlar el tiempo y confundir los años para detener el avance hacia el final. Prefiero seguir dormido a enfrentarme con el resto de la vida. El presente no es seguro ni oportuno. Prefiero cederlo antes de volverlo en mi contra. Y es que puede ser breve, pero también perverso, al entregarme como un borrego al futuro verdugo, sin derecho a elegir ni pelear.

El futuro está muy cerca y no estoy preparado para ello. Y si el destino parece escrito, seguramente lo estará colmado de faltas de ortografía e imprecisiones varias que perturbarán mi accionar, haciéndome zancadillas en la ruta ciega que lleva hacia adelante.

Por ahora, los brazos de la nostalgia me resultan los más fraternos y seguros. Y si despierto, estoy dispuesto a hacerme el dormido, intentando engañar mi conciencia y así no tener que soltarme de los brazos de la nostalgia.